Journal of American Medical Association
30 de enero 2031
Carta editorial
La revolución neuromusical: Rescatando la memoria a través de una sinfonía terapéutica
Dra. Laura Lambarén Domínguez. Clínica de Alzheimer, Demencia y Memoria.
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Me complace informar a la comunidad científica y médica sobre un tema de creciente relevancia en el campo de la terapia contra la enfermedad de Alzheimer: la neuromúsica, también conocida como Terapia Músico-Farmacológica. Esta innovadora forma de tratamiento combina la terapia musical con medicación clínica para abordar enfermedades neurodegenerativas, ofreciendo una visión única de cómo la música puede desempeñar un papel crucial en la preservación de la memoria y la identidad de los pacientes. A través de una revisión de hechos y eventos recientes, en particular el caso del poblano Samuel N., se proporcionará una visión general de la situación actual en este campo en evolución.
La musicoterapia, un enfoque controvertido que ha sido utilizado durante décadas para mejorar la calidad de vida de individuos con diversas condiciones médicas y emocionales, se ha expandido en distintas áreas de la psicología y la psiquiatría. Sin embargo, es importante distinguir el término «musicoterapia» del concepto más específico de «neuromúsica». Este último se refiere a la fusión de la terapia musical con la medicación clínica, como el famoso medicamento experimental LMTM-III que ha recibido atención mediática en los últimos meses, en un esfuerzo por combatir el Alzheimer y otras condiciones similares.
A nivel neurobiológico, el Alzheimer se caracteriza por la acumulación de proteínas beta-amiloide, que forman placas que obstaculizan las sinapsis cerebrales y la proteína Tau, que forma filamentos que empeoran la situación. El medicamento LMTM-III, un inhibidor de estas proteínas bloqueadoras, ha demostrado ser prometedor en la lucha contra esta enfermedad. Sin embargo, lo que hace que la neuromúsica sea única es cómo se combina la química con la sinfonía fisiológica cerebral.
El caso de Samuel N. (68 años, soltero, clase media), un paciente que ha sido considerado paradigmático en la literatura médica, ilustra de manera vívida aunque controvertida los beneficios de la neuromúsica. Doctorado en Teoría de Números e investigador retirado de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP, manifestó los primeros síntomas de la enfermedad a los 61 años.
Se ilustra un episodio: Durante la tercera semana después del inicio de la Fase I del experimento controlado, se observa una mejora notable en la condición de Samuel N, a tal grado que se llega a interrumpir la presencia constante de una enfermera. Se encuentra inmerso en terapia de coloreo de mandalas mientras escucha música pop de fondo a un volumen entre los 35 y 40 decibelios (± 0.5 dB). Las bocinas instaladas en la casa inteligente que habita desempeñan un papel fundamental en su tratamiento. Estas bocinas están programadas para entonar una melodía específica diferente en distintas horas del día, marcando el momento preciso en que él debe realizar una determinada acción; las notas de esas canciones se convierten en una especie de «ancla» para sus recuerdos, estableciendo una conexión única entre la música y su memoria, pero también provocan una reacción condicionada. Con ayuda de sus sobrinos, previamente ha elaborado una lista de reproducción de sus canciones favoritas de toda la vida, en particular, según la recomendación, aquellas que le refieran no sólo buenos recuerdos, sino también varias épocas o momentos específicos de su vida (su primer baile, su graduación, etc.), momentos de gozo e incluso difíciles, eventos familiares, etc. Este fenómeno es esencial para comprender cómo la neuromúsica puede ayudar a preservar la identidad y los recuerdos de los pacientes. De esta manera, la lista de reproducción le ayuda no sólo a recordar quién es y la persona que fue en cada etapa de su vida, sino también, de manera simultánea, a marcar el momento de llevar a cabo las actividades rutinarias: lavarse los dientes por las mañanas (Me siento bien, pero me siento mal de Cecilia Toussaint), limpiar la sala (Got My Mind Set on You, la versión de George Harrison), o prepararse la comida (88 Lines About 44 Women de The Nails). Tres veces al día, justo cuando suena la canción Spirit in the Sky de Norman Greenbaum, Samuel toma el teléfono celular y activa la aplicación que emite a la central médica sus señales fisiológicas registradas por su pulsera de plástico naranja, al tiempo que responde un cuestionario en forma de videojuego.
Como se comentó, un aspecto crucial de la neuromúsica es su capacidad para utilizar las impresiones musicales almacenadas en la memoria como parte del proceso de recuperación. Así, las series de televisión, novelas y canciones a lo largo de la vida de un individuo se convierten en registros fisiológicos indelebles. El principio subyacente del medicamento LMTM-III es precisamente aprovechar esta «máquina del tiempo cerebral» para permitir que las sinapsis retengan las impresiones y, en última instancia, rescaten la vida del paciente.
Los datos generados por esta terapia son recopilados y gestionados por un algoritmo, en este caso, el algoritmo GABA, que juega un papel fundamental en la vigilancia y optimización de la terapia.
Sin embargo, la neuromúsica no está exenta de desafíos. Un giro inesperado se presentó durante la etapa final de la Fase I del ensayo clínico, cuando se observó que Samuel N. y otros pacientes del grupo de control, todos ciudadanos poblanos y de profundas convicciones católicas, comenzaron a manifestar un efecto secundario sorprendente. Estos individuos se convirtieron en promotores activos de su religión, al nivel que el propio Samuel N. empezó a referirse así mismo como “profeta”; muy pronto empezó a dirigir “sermones” a un creciente grupo de seguidores (100 aproximadamente según cifras de la Secretaría de Seguridad Pública), ciudadanos quienes no habían estado vinculados con el estudio, entonando canciones religiosas de su propia composición, mezclando letras y melodías obtenidas de su playlist terapéutico. Los videos con sus sermones han acumulado cientos de miles de visitas en YouTube. Cabe destacar que Samuel N. aprendió a utilizar un teclado electrónico con destreza prodigiosa, habilidad que desarrolló en una semana sin tener conocimientos previos de instrumentos musicales. Su posterior arresto tras ser acusado de incitar a sus seguidores a incendiar una iglesia, interrumpió de forma inmediata la Fase I del ensayo. Esto último ha planteado preguntas intrigantes sobre los límites culturales y las implicaciones psicológicas de la neuromúsica. Este efecto secundario destaca la complejidad de la dinámica de la mente y la necesidad de realizar observaciones con pacientes de otros contextos culturales y socioeconómicos.
La neuromúsica representa un puente entre la ciencia, el arte y la fisiología cerebral. A medida que avanzamos en la comprensión de esta terapia innovadora, esperamos que futuros estudios y ensayos clínicos nos proporcionen una visión más profunda de su eficacia y su impacto en la vida de los pacientes que luchan contra el Alzheimer. La música, en combinación con la medicina, tiene el potencial de transformar las estrategias con las que enfrentamos esta devastadora enfermedad y brinda una esperanza genuina a aquellos que la padecen.
Espero que esta información, junto a las demás investigaciones incluidas en esta edición especial de JAMA, sean de utilidad para futuras investigaciones y avances en la terapia contra el Alzheimer.
Dra. Laura Lambarén
Gerardo Sifuentes [Tampico, 1974]. Maestro en Comunicación por la UNAM. Periodista especializado en ciencia y tecnología, editor y autor de divulgación científica y ciencia ficción. Escribe la columna Tecnograma para ¿Cómo ves?, revista de divulgación de la ciencia de la UNAM. Autor del newsletter ¡Ciberpunk a tope! Es autor de los libros de cuento de ciencia ficción Perro de Luz, Pilotos infernales, Planetaria y Paracosmos. En su libro de divulgación de la ciencia, Ghostware, escribe sobre el lado extraordinario de la ciencia.